
-Hola -le dijo.
-Hola -contestó él.
-Eres hermano de Francesca.
-Sí.
-Eres muy guapo. Cuando seas mayor, te daré un beso.
Fabrizio dibujaba todo lo que veía en papeles y cartones que recogía de la basura, con trozos de carbón de la chimenea.
Había luna y una luz plateada iluminaba las hileras de habas y tomates, las plantas de calabaza y los árboles frutales. El aire olía fuertemente a azahar y jazmín y se oía en algún lugar el rumor del agua.
Fabrizio escuchó en silencio a su hermana y cuando acabó de fumar tiró la colilla al suelo y la aplastó con rabia con el pie. Francesca tuvo el presentimiento de que no debía haber hablado a su hermano, pero ya era tarde.
Estaba ya amaneciendo cuando Fabrizio abandonó la residencia de Don Salvatore sin poder pensar claramente.Estaba seguro de que su vida iba a cambiar y no se imaginaba hasta qué punto.