martes, 12 de febrero de 2008

Fragmentos de gallego

Llovía con fuerza sobre el Río de la Plata ese anochecer de mayo y yo apretaba contra mi cuerpo ni maleta de cartón notando cómo empezaba a deshacerse entre mis dedos y rezando para que no se desparramara su contenido

-Ramón, creo que tú podrías ir a América-dijo mi padre una noche mientras cenábamos en la cocina pan de centeno migado en vino. El vino era muy áspero. Había que rebajarlo con agua para los más pequeños. Y la sorpresa hizo que se me cayera una gota de la cuchara, formando una estrella de color sangre en el tablero sin barnizar de la mesa.

-No siempre fui zurdo ¿sabés? –y subiéndose la manga me mostró un muñón.

En su taberna había un vino de ínfima calidad, pero muy barato, y vendía también tabaco y licores de contrabando y toda clase de artículos que le entregaban los marineros a cambio de alcohol, desde latas de caviar a gorras llenas de estrellas doradas.

-Hola, Gisela –la saludaron varios.
-Hola, muchachos ¿cómo les va? Otra vez domingo, ¿no?
-Y…eso suele suceder después del sábado.

- Aquí todas las mujeres son minas. Están con vos mientras tengas tovén

El papel tenía unas palabras escritas que me costó un poco descifrar. Era italiano y, aunque yo no conocía ese idioma, pude entender lo que decía: “Mi padre está de viaje. La verja del huerto estará abierta esta noche”.

viernes, 25 de enero de 2008

Fragmentos del Prefacio

Fabrizio era napolitano. Vivía en una calle estrecha, empinada y sucia cerca del puerto.


-Hola -le dijo.
-Hola -contestó él.
-Eres hermano de Francesca.
-Sí.
-Eres muy guapo. Cuando seas mayor, te daré un beso.





Fabrizio dibujaba todo lo que veía en papeles y cartones que recogía de la basura, con trozos de carbón de la chimenea.

Había luna y una luz plateada iluminaba las hileras de habas y tomates, las plantas de calabaza y los árboles frutales. El aire olía fuertemente a azahar y jazmín y se oía en algún lugar el rumor del agua.


Fabrizio escuchó en silencio a su hermana y cuando acabó de fumar tiró la colilla al suelo y la aplastó con rabia con el pie. Francesca tuvo el presentimiento de que no debía haber hablado a su hermano, pero ya era tarde.


Estaba ya amaneciendo cuando Fabrizio abandonó la residencia de Don Salvatore sin poder pensar claramente.Estaba seguro de que su vida iba a cambiar y no se imaginaba hasta qué punto.

Fragmentos de Vidriera

En este blog voy a ir publicando distintos fragmentos de la novela "La vidriera irrepetuosa" y otras creaciones literarias de la autora.
También publicaré aquellos textos de los visitantes que me envíen y me parezcan interesantes.